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Meditaciones fantasmagóricas

Perturbaciones

Microrrelatos II

Pues hice dos, para esta semana y, cómo no, no han saldo triunfadores. Ahí van

I
 
Miriam arrugó en sus manos el garabato ilegible que había dibujado.
La tinta, espesa, se agarró a su piel como una caparra. Miriam, intentando despegarse del papel lo rompió y vió como el trozo que caía al suelo estaba inmaculado. La tinta había escapado de él.
Empezaba a corretear por su piel, como una pelicula antigua de dibujos animados, arrimándosele al oído para decirle:
"Ahora, todo cuanto has aprendido debes olvidarlo. Mirate, has cambiado tu propia concepción. Debes ser tú quien cambie en este momento".
 
II
 
Miriam arrugó en sus manos el garabato ilegible que había dibujado. Lo estrechó más fuerte.
Alzó la cabeza para buscar una víctima, un culpable. Ahí estaba la fotografía de Carlos.
Sonriente, aquel día en el parque todo parecía ir de maravilla. Rasgado en el árbol detrás de él se podía leer Carlos y Miriam a uno y otro lado de un corazón.
Dejó caer el papel, se acerco al marco y lo cogió.
Observó por última vez esa sonrisa. Sonrió, se acercó a la ventana y le vió caer como le gustaría que cayera.

Así es él

Desconfía de cualquiera pero confía en el primero que pasa. También desconfía de sí mismo.

Tal vez por eso le dé por escribir. De comunicar como lo hacemos todos, pero de esa manera que ha encontrado y que le hace comunicar como solo él comunica. Tal vez un día se truncó.

A él le encanta comunicar, pero no se atreve. Por eso quizá canta.

El está lo más cerca de estar enfadado que él puede consigo mismo. Pero él no se enfada, comunica. Puede que necesite enfadarse.

Solo encuentra la comunicación con drogas, así sean legales o ilegales. Y a ellas ha recurrido toda su vida hasta ahora.

Le encanta subirse a las tablas, sean cuales sean, para comunicarse.

Por eso, seas quien seas, él estará allí siempre.

Microrrelatos I

La malvada hipotenusa capturó a Pi.
Comenzó por tacharle el número tres. Seguidamente fue el uno quien caía, siguiéndoles el 4, el 15...
Conforme ambos catetos crecían proporcionalmente, iba partiendo decimales.
Los catetos crecían y crecían, pero a Pi parecía no acabársele nunca las fuerzas.
El triángulo aumentaba su tamaño. Se jactaba de ello. Mientras, Pi agonizaba.
Apenas queda nada ya de Pi a escasos metros del infinito.
Sus caminos se cruzaron separándose por el difuso horizonte.

 

Decíos na más que ni he ganado ni me he quedado finalista ni na de ná. Vamos, lo normal.

El tempo

Desde que he dejado de estudiar, mi tiempo es distinto. A veces corre más, a veces menos; como también ocurría antes. Pero lo veo distinto,es raro. Soy raro. Lo sé.

Me tomo las cosas con más calma. Utilizo más tiempo para hacer algunas cosas. Con más tranquilidad. Y para otras me esmero más, pero con tranquilidad también.

Estaréis pensando los que leáis esto que estoy colgado. Nada más a mano de la realidad. A parte de ello, pensaréis que a qué fín escribo de esto. Pues a parte de porque el café me dura más, porque el tiempo, a pesar de lo que diga el hombre más sabio del mundo, sí, ese, el de la silla y el ordenador, el tiempo no me parece una ilusión.

Si el tiempo fuera una ilusión, el destiempo también lo sería, como negación de la primera ilusión.

En el fútbol sólo habría faltas de tarjeta. Cruzar la calle a destiempo, no produciría ningún problema. Y que en un disco fallara una nota, no sería un fallo, porque aunque esté a destiempo sería, otra vez, lo mismo.

La diferencia entre los buenos músicos y Opeth radica en el tiempo. Las notas entran en el tiempo exacto, siempre. Además, es la nota precisa para cada segundo. Pero no de cada canción. Sino del disco entero.

Hagan lo que hagan estos tipejos, con aspecto de frikis jugadores de rol que cualquier día te sacan el hacha para sesgarte la cabeza, dentro de la música, estará bien hecho. Al menos a partir de estos dos últimos discos(aunque el último aún no ha salido, es de menester esperar), en los que han parado el tiempo a su antojo para meter todas las notas en el orden y tiempo preciso.

Han limpiado voces. Han ensuciado voces. Han limpiado notas. Y, también, las han manchado. Han vuelto a meter nuevos elementos en su música, llena de matices(¿cuántas veces se ha dicho ésto de unos músicos?). Han vuelto a innovar, como pocos lo hacen ya.

Gracias a haber salido de los senderos del metal, enriquecen esta música que parecía ya caduca y condenada a mil grupos clon(o clown).

Watershed es la locura más cuerda que he escuchado en mucho tiempo. Escucha recomendadísima. Pero el disco entero y del tirón. Sed pacientes con vuestro tiempo y disfrutad.

Cómo me mola irme por las ramas.

El tiempo lo es todo, el destiempo es la nada.

Droga

No quiero recordar cómo y cuándo llegaste a mí. No deseo recordar el modo en que lo hiciste. Pero se la influencia que de tí, partió hacia mí.

A pesar de que no veo indicios de que seas adecuado para mí, a pesar de los miles de libros que detractan sobre tí y a pesar de que mi mente me dice que no saldré beneficiado de tí, te necesito.

Necesito probarte. Necesito inhalar tus propiedades. Que cambies el sentir de mi pecho, el ritmo de mi corazón, el color de cuanto me rodea. Aunque sea un sólo instante, que cambies mi realidad por una nueva fantasía ya vivida anteriormente. Me gusta que cambies mi entorno sin apenas tocarlo.

Pero me molesta cuando la fantasía deja de fantasear. Me entristece que te escapes de mí dejando un arduo paisaje que se colorea de un gris oscuro. Que te escapes dejando mis ojos vidriosos y húmedos.

Cuando no te recuerdo, estoy bien. De buen rollo con los colegas, pero, al poco, regresas a marear la perdiz y mi rostro se muestra distinto. Preocupado por algo que los allegados no materializan, pero saben que algo pasa.

A veces, deseo decirte adios en forma de espiral de desagüe y no verte nunca más. Pero mi pensamiento me traba con un homínido parlanchín que desde el hombro me susurra al oído sin dejarme olvidarte un día sin descanso con el siguiente.

En el trabajo la actividad mantiene mi mente en otros lares hasta que dicha se acaba y vuelvo a pensar en tí. Hasta que te difuminas entre vapor, vasos de cristal y un cliente. Aún así, espero el momento en que reencontrarnos, que parece cada vez más cerca o lejano según mi ánimo.

Suelo pensar que puedo olvidarte, pero mi contradictoria razón me dice que me darás una muerte dulce tarde o temprano. Pero no encuentro el momento ni el como, además del lugar.

La Méteo

Paco no sé que dirá. Últimamente no le hago mucho caso al hombre de apellido cotraproducente. No le escucho. Tan siquiera le veo. Ni tampoco hago por ello, tan siquiera pensaba en este icono de la televisión española, con el que he crecido.

Probablemente sea la persona más longeva de la tele, parece como si los cambios no fueran con él. En la tele todo perece, menos él. Es curioso. Empiezo a creer que este semidios televisivo ha creado el cambio climático y observa desde delante de su mapa de isobaras, descojonandose el cabrón. Qué hijo puta más entrañable.

Aquí, en las lindes del río grande, el tiempo parece intentar quitarse la camisa de fuerza.

Amanece patidifuso, lleva puesta la camisa y se queda quieto, inmóvil, pero triste. De repente, le entra furia, ha esperado demasiado y no sabe el porqué de aquella prenda. Sopla, se tambalea, empuja, pega y corta. Pero la camisa sigue ahí. Llora lagrimones de pesar.

Una ida de chaveta total, le hace pensar que puede ser feliz con la camisa que recoge sus brazos. Sonríe iluminando la ciudad, pero no ilumina, todavía y a pesar del calor, hombros, piernas ni escotes. Enfurecido comienza a empujar y resoplar por un destino del que no sabe qué le deparará. Y de repente se obra el milagro.

Como si de una persona se tratase, llora, pero esta vez, con los ojos abiertos.

Y de todo esto, ¿qué dirá Paco?

 

Ensayo elástico

Las paredes de plorilcorato de vinilo son rodeadas por grandes pinzas metálicas, fuertes como las que más, que las sujetan. Comienzan a estrecharse causándome una pequeña claustrofobia. Miles de pensamientos apocalípticos agitan mi mente, como el camarero aquel que agita la coctelera. Vienen dudas del futuro y recuerdos del pasado que se mezclan con los pensamientos del presente, argumentos de libros y letras de canciones.

El techo cada vez está más alto y difuminado. Ya nada volverá a ser como antes. Ya mi sitio no será el que era. No será el que fué, y dentro de un momento, tampoco será el que es. Todo ha cambiado, pues.

Ya no tendré los mismos vecinos. El mismo hogar, ni el mismo asiento.

En mi mente, los amigos seguirán siendo amigos, con añoranza. Y fuera de ella también, el cierzo mueve montañas, pero...

Parece el cuento de nunca acabar. Sigo bajando mientras todo sube. Nada es igual, y al parecer, tampoco será estable.

Las paredes siguen agobiándome. Me persiguen aún cuando estoy aquí, inmóvil. Me abrazan como nunca nadie me había abrazado. Me estrechan. Me envasa casi al vacío, por lo que ya, apenas puedo respirar.

¡¡¡Plás!!!!

Ya puedo desprenderme de mi placenta plástica y comenzar a mojarme, como los demás.

Pues, como dicen los Medina, aunque creo que no es suyo, y no me explayo más, todo tiene su fín.

Duda existencial

de un amigo...

¿Por qué todo junto se escribe separado y separado todo junto? 

Miedos del ayer

He vuelto a ir al dentista tras años de ausencia por allí.

Mi hermana me pidió vez en un arranque de mala hostia hacia mí, lógico por parte de un hermano mayor- ¿o sólo de la mía?. O un bello acto de amistad hacia la dentista, el cual no tiene precio, y si lo tiene, me lo guardo.

Yo recordaba aquel lugar de color blanco frío, espaciado y siniestramente ordenado. La sala de espera con puñados de revistas que parecen intentar resolver los problemas del gobierno en materia de educación, así como las carencias de gusto en cuestión decorativa de las personas que la pisan. Ésta en concreto, tenía un vistazo moderno. Contrastando madera oscura con el blanco de la habitación y el verde pared que sale en los anuncios de televisión, solo que, esta vez, en lámparas. Las sillas, con una simple mirada, parecen incómodas como pocas, pero la impresión cambia al sentarse en ellas.

Al llamarme, paso a la sala de torturas. Un lugar impoluto, en el que bien te podrían hacer las pruebas después de una abdución extraterrestre. Una ojeada de la chica, para reconocerme que tengo una caries, además de que iba a hacerme una limpieza, una radiografía, y por supuesto, el empaste.

Recordaba todos esos actos como algo doloroso, molesto y cansado. Pero, quitando el empaste, en el que me anestesió finalmente, nada me supuso un problema. Me mantuve tranquilo y más tiempo hubiera estado tranquilo también. Me sorprendió, la verdad.

Al salir, reconocí a una excompañera de clase trabajando allí. Me alegré por ella, el trabajo parece bueno, a pesar de no haber tenido, tampoco querido, relación alguna con ella- de amistad, me refiero... y de lo otro, pos tampoco. Pero aún así, me alegré, así que otro treinta y uno de diciembre prometiendo ser más cabrón que se va al traste.

Qué razón tienen algunos cuando dicen que soy un heavy de palo...

En la noche

La oscuridad de la noche ilumina la ciudad envejecida. La niebla espesa no permite distinguir siluetas más allá de quince metros. Sólo luces que cruzan en sentido opuesto es lo que puede ver.

Camina sólo, rápido, como si alguien, o algo, lo estuviera siguiendo. Pero no tuerce la cabeza, no quiere mirar atrás. Avanza. Aquello que cree tener detrás tuerce por una esquina. Vuelve la cabeza. Es una chica, a estas horas debe volver a casa.

Prosigue el camino, más tranquilo ahora. En una intersección de calles, la policía se ve con sus luces encendidas, las sirenas, comienzan a sonar. Pasan de largo del joven. A pesar de haberle echado una mirada, no han distinguido nada por la ausencia de luz de ese tramo de calle.

Cruza la calle. En un banco, un grupo de siete u ocho adolescentes beben y fuman tabaco mezclado con lo primero que han podido conseguir. A su paso ríen, y acelera el ritmo, pero no es demasiado brusco, nadie se ha enterado.

Ya en el portal de su casa. Abre la puerta en un suspiro, ya tenía las llaves en la mano veinte metros antes. Entra.

El ascensor, roído por los años y firmas adolescentes tarda en llegar mientras el muchacho da vueltas alrededor del hall. Por fin llega, y contempla que la luz está apagada.

Duda, en un primer momento, de montarse, pero son demasiadas escaleras las que hay que subir y está muy cansado. Pulsa el botón de su piso. Al menos la luz que marca el piso por el que va todavía funciona. Observa 1… 2… 3… Comienza a agobiarse, siente cada vez el habitáculo más pequeño, más estrecho. Suda y tiembla. Siente un ir y venir en su interior que deja su estómago en forma de nudo…12… y trece. Con las manos ocupadas por las llaves abre rápido, aunque con más torpeza, la puerta de su vivienda.

Recorre el pasillo a oscuras. Entra en el aseo. Su habitación es la puerta anterior. Se dirige a ella y al encender la luz, un grito de desesperación despierta a los vecinos. Los perros comienzan a ladrar. Los pájaros revolotean asustados, desorientados, golpeándose contra sus jaulas.

La cama estaba llena de cuerpos enredados, inmóviles. Cuerpos textiles que no había recogido antes de salir de casa.

No te rasques

En momentos de cercanía a lo más supremo a nivel espiritual, las cosas parecen diferentes a lo que son. Te asombra ver como el más mínimo detalle te parece, no solo novedoso, sino interesante. Un comentario estúpido puede hacer que tu jerga cambie en un momento dado. Encuentras esa expresión que andabas buscando, de la forma más mística posible, o así te lo parece.

El tiempo también cambia, se hace más lento a la par que las horas se acortan. En otros temás físicos, tu masa aumenta en unos casos. En otros casos, lo que aumenta es la viscosidad del aire.

Cambian incluso las películas, maldobladas todas de habla no hispana al español. El espíritu divino consigue hacerte notar una más que ligera pérdida de las palabras en los labios, y te hace oir como una persona lee con demasiado, o demasiado poco, enfásis según el doblador.

Las mujeres son más bellas, los amigos más amigos y, los problemas, son los menos.

Pero habrá algo que no podrá cambiar jamás la santa prima, mis ojos, son verdes. Difícil de explicar, pero así es.

Zapatillas

Miralas, pacientes inmóviles. ¿Qué tratan de decirme? No lo entiendo, se están riendo de mí. Pero no se porqué. Se que las he visto antes en algún otro lugar, pero, ¿dónde? Aún oigo sus carcajadas en mí. Daré un vistazo por alrededor. Quiero obtener una respuesta.
 
jo tío, ¡cómo pesas!         Te podías haber cambiado los calcetines      Estamos echas polvo
            Me haces cosquillitas con tus uñas                              aunque me dieras un baño de vez en cuando...
                                                me estás pisando los cordones, cabronazo      
        Ya estás otra vez así? nos quitas más que cuando estábamos en la tienda
                                                                                                 No hacemos más que tragar pelusa
 Ya te digo                       Putos juanetes de miedo              se podía cuidar más los pies
                          CUIDANOS MÁS, QUE SOMOS UNAS NIKE 
DEJA ASOMAR EL DEDO MANOLETINA                              esO QUE SE ENTERE QUIENES SOMOS
                    ESTE CAPUYO PODIA HABER MIRADO POR DONDE PISABA, QUÉ ASCO
...
-¡¡¡Basta!!! ¡Dejadme en paz!
De repente un halo de luz blanca se cierne sobre mí, son mis zapatillas.
 
-Joder qué imbécil, con el tiempo que pasamos juntos