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Meditaciones fantasmagóricas

Rubick

Siempre he resuelto los problemas con un cierto orden anárquico. En sistemas lineales con, o sin, rodeos, con, o sin, atajos, siempre llegaba al la solución. Por algo desconocido que hacía conocer a mi cabeza leyes que no conocía.

Siempre conociendo más, sacando más, pero siempre con lo mínimo. Con la mínima expresión común. Encajando las piezas una a una como en un cubo de Rubick, con una aleatoriedad extraña que hacía coincidir sus colores donde debían estar. Inventando incluso. Casi sin saber porqué.

Hasta el día que el casi se esfumo. Y me enfrenté al mismo dado de colores. Con ayuda, y con desayuda de ciertos agentes externos que no me dejaban estar en lo que estaba.

La anarquía de cada uno de sus cincuenta y cuatro componentes parecía impedirles estar juntos de más de a dos. Y casi se repelían. Los colores opuestos casi que se atraían. Y como dijo aquel viejo anarquista francés se dedicaban A GOZAR, solo que ese goce no me incluía en sus planes y me resultaba bastante molesto.

Así que he pensado en someterlos a un común denominador y moverlos en el orden que imponen las leyes lógicas del espacio y las tres dimensiones. Que como no las conozco, comenzaré de nuevo, buscando la mínima expresión común y desarrollándola en mi inmensa anarquía mental, espero, con resultados provechosos.

Y sabiendo, OF COURSE, ahora, que girando una fila de tres casillas de un mismo color juntos, por el vértice común, deja todas las piezas con un movimiento relativo entre sí igual a cero; vamos, que giro todo el cubo y no un plano.

2 comentarios

Rubén -

Eso tenlo por seguro Miguel

Miguelos -

Ala, suerte, hagas lo que hagas lo que si que conseguirás es mantener en forma tu anarquía mental