A simple vista
A simple vista no se ve lo cuadrado que me estoy poniendo. En el espejo tampoco. Pero mi cuadratura está ahí, más lejos que las líneas que perfilan mi enjuto cuerpo. Lo noto.
Sacar piedra, a martillazos, de la pared, con la ayuda de un martillo, obviamente, y un destornillador de estrella mutilado a modo de cincel, es lo que tiene. Quemar energías y espantar algún fantasma, al menos.
Además de fumigar cargando demasiado la bomba, ya tengo casi el brazo izquierdo igual que el derecho, superando en simetría al lider mundial de tenis. Que igual mañana voy a jugar un partido y en cuatro días le pongo en apuros... Mejor al frontón, por aquello de no parecer al tipo del anuncio que juega a ping-pong.
¿Y si voy al gimnasio? Podría acabar quitándole papeles al gobernador de California... Prefiero meterme en problemas con Nadal, cuando no Amelie Mauresmo.
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