Luces y sombras
Cerca de treinta personas observan con sufrimiento las sombras de la pared. Comentan sus formas y movimientos, y a cada minuto, la tensión crece.
Gira el minutero, y aquellas personas agarrotan sus músculos, agarran al vecino y lanzan lamentos de dolor. Se desesperan y animan en cuestión de segundos. Su corazón sufre de sobremanera ante todas aquellas sombras. Se contrae y relaja sin tiempo para hacer ninguna de las dos cosas suficientemente.
Aquellos eclipses de luz bien pudieron hacer que cualquiera de los allí presentes se atragantara. Pero, afortunadamente, no pasó nada.
La arena seguía cayendo. La gente gritaba más fuerte. Algunos exigían cosas que sabían que no le podían dar. Las venas en las gargantas se inflamaban más y más.
Apenas sin tiempo, el júbilo estalló en todos los que conformaban esa comunidad que mezclaba conocidos y completos desconocidos.
El Zaragoza ganaba el partido y se daba un pequeño respiro.
0 comentarios