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Meditaciones fantasmagóricas

Mi ciudad

En mi retorno a la ciudad de las gotas-ahora realidad, wue!- he percibido una nueva dimensión de la misma. Las obras desempeñadas para la gran conmemoración, avanzan uniendo puntos distantes anteriormente.

La ciudad se moderniza en cuanto a estructuras y comunicaciones. Si hace cuatro días la llamé fea e insulsa, hoy me trago mis palabras. Porque... obí, obá, cada día me gusta más. Los nuevos puentes y pasarelas me encantan. Qué fusión más original de rectas y curvas en planos paralelos y oblicuos, qué maravilla. Los colores son, ahora, el verde y el blanco los predominantes, escondiendo el gris que pesaba sobre ella.

El buen tiempo ha llenado los parques de una vida que sobrepasa la vegetación y lo animal. De una vida que no se atranca en lo rancio, aunque tampoco lo desecha, y que acoge las buenas nuevas entre sus brazos como una niña estrecha un peluche nuevo el día de su cumpleaños.

Una ciudad que ha pasado de parecerme la ciudad basura estructural a parecerme la ciudad renovable, y a la que me gustará retornar, seguro.

Una ciudad que crece. Cada día más multicultural. Cada día más viva. Cada día más libre.

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