Blogia
Meditaciones fantasmagóricas

Paisaje

Las Bardenas

Esta primavera, con las aguas y nieves caidas, están preciosas. Dignas de portada del National Geografic(que no creo que tenga).

Resulta que lo cercano se nos suele hacer menos atractivo y, en este caso, pensamos que es un pegote de barro arriba del mapa. Pero resulta ser un lugar único. Con estampas que en muy pocos sitios se pueden disfrutar. Una comida en la cabaña, un paseo en coche por sus caminos, despacito. Subir a una u otra cima entre las muchas a elegir. Alzar la vista a los Pirineos, o al más cercano Moncayo es una gozada.

Por no hablar de que ha sido y, aún, es forma de ganarse la vida de mucha peña que toda vida mira al cielo esperando que siga siendo, o no, azul; según un estudio empírico que ni se sabe cuando empezó.

Un lugar que bien nos valdría proteger...

...pero que, por gracia de algunos, no se protege como es debido.

Nieve

Mirar al cielo y ver.

Verlo caer. El cielo entero. Casi como una pluma, pero, a su vez, casi a plomo. Del cielo a la tierra casi en un suspiro. El mismo suspiro que el camino contrario.

Mirar al cielo y no ver espacio iluminado sin su trozito de cielo.

Es más grande que la tierra, pues a ella cubre, y a toda lo hace. Y cuanto más lejano el horizonte, más ancho el cielo.

Me siento pequeño. Tanto y no más que pequeños deben ser los demás como yo.

Y el que sea más grande, que mire al cielo en días como hoy, que baja a medirse con nosotros.

Y más, quien se mira más grande que él, o más alto, tiene un grave problema de percepción que acabará pasándo factura.

Papaver rhoeas

Siempre oímos alagos sobre rosas, claveles... Esas flores que apenas se ven en balcones terrazas y patios. Tampoco en calles y avenidas.

Las rosas son tan frondosas como voluminosas. Los claveles forman mosaicos entre sí.

Llenan letras de canciones. Adornan libros. Y lucen en floreros de abuelas y de cementerios.

Pero nadie se acuerda de la flor que vemos todos los días.

Las amapolas.

Porque los ababoles también son flores del campo.

Imagen tomada prestada(by the face) de http://www.hotelsavoylloret.com, sin saber tampoco porqué de ahí

Mi ciudad

En mi retorno a la ciudad de las gotas-ahora realidad, wue!- he percibido una nueva dimensión de la misma. Las obras desempeñadas para la gran conmemoración, avanzan uniendo puntos distantes anteriormente.

La ciudad se moderniza en cuanto a estructuras y comunicaciones. Si hace cuatro días la llamé fea e insulsa, hoy me trago mis palabras. Porque... obí, obá, cada día me gusta más. Los nuevos puentes y pasarelas me encantan. Qué fusión más original de rectas y curvas en planos paralelos y oblicuos, qué maravilla. Los colores son, ahora, el verde y el blanco los predominantes, escondiendo el gris que pesaba sobre ella.

El buen tiempo ha llenado los parques de una vida que sobrepasa la vegetación y lo animal. De una vida que no se atranca en lo rancio, aunque tampoco lo desecha, y que acoge las buenas nuevas entre sus brazos como una niña estrecha un peluche nuevo el día de su cumpleaños.

Una ciudad que ha pasado de parecerme la ciudad basura estructural a parecerme la ciudad renovable, y a la que me gustará retornar, seguro.

Una ciudad que crece. Cada día más multicultural. Cada día más viva. Cada día más libre.