Futurible to the past
Ya está, por fín llevamos algo a Eurovisión que no nos defraudará. El txiki txiki se ha convertido en la canción de la primavera. Dada la desaparición de la canción del verano la pasada temporada puede convertirse en el hit del año, si no lo es todavía.
En Europa seguiremos siendo lo que fuimos antaño, pero ya es hora de demostrar los hechos y los tópicos. Los franceses son maricones, los ingleses gilipollas, los alemanes son... Y los españoles somos unos paletos de boina y bastón, sustituibles por tupé a lo boda made in Las Vegas y patillacas más horteras, que ya es decir, que las mías, aderezados con un disfraz del rey del rock y una guitarra portadora de ruidos, para algunos oidos poco selectos, espeluznantes.
El actor, que parecía venido a menos, ha demostrado que la tierra de las oportunidades no acaba en las costas este y oeste, ni las fronteras norte y sur, de los U.S.A. sino que traspasa el charco y todo lo que haga falta allí donde allá un televisor y un ser civilizado.
El director del programa, tras haber perdido sorpresividad en antena tres y haber quemado personajes como el neng, se deshace en elogios y eufemismos en su mismo programa en la Sexta hacia su nuevo personaje. Grita, escandaliza y monologuea con su inesperado eurovisivo. El programa ya no es lo que era antaño, necesitaban un cambio. Berto en solitario no parece capaz de sostener un programa a altas horas de la madrugada.
Y consiguieron el golpe de efecto. Se agarraron al populismo repitiéndose hasta donde no hay donde plasmar imagen, cuasimonopolizando el mercado de melodias telefónicas junto al Jonhatan. Gritos, escándalos y un desafío histórico, reventar Eurovisión. Conseguido, ahora a por Europa. Y a alcanzar al Sardá acabado de las acabadas Crónicas Marcianas.
Sergio Dalma, Raphael, Julio Iglesias, Masiel, Rosa, Las Ketchup y el txiki txiki.
Si las Ketchup tuvieron oportunidad de darse a conocer, ya no ante Europa, si no en España, ¿por qué no le hemos dado la oportunidad a alguien este año?
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