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Meditaciones fantasmagóricas

Microrrelatos III

No sabía que aquel culo era un corazón dibujado en su honor. Cómo lo va saber. Efectivamente, aquel corazón tenía más pinta de culo. De hecho, si le dabas la vuelta, era igual.
- La pobre criaturica, todavía no distingue bien los colores.
- ¿Cuántos años tiene? ¿Doce?
- Sí, señor director.
- Pues ya va siendo hora de que aprenda lo que vale un peine.
- Pero... Director...
Antonio no aprendió nada más que un color, el color de la sangre.

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